Friday, March 04, 2011

EL CERDÓMANO

Entre míticos acordes de una desaparecida banda de rock

el nostálgico tarareo de un señor con amante de 19 años:

Nainonainoná… Es como echar margarita a los cerdos…

Un escenario en la memoria virtual de un añejo recuerdo,

es que me pierdo en la tersa piel de su prominente cuello.

Kultura pal Varrio… Emilio Sanmartin al bajo… Bam-bam.

Es como echar margarita a los cerdos… Bombo… Clack…

Veintitantos años hace que tenía veintitantos, y ahora soy

un baboso cuarentón relamiendo dulces pétalos blancos

escondiendo las arrugas de la triste vergüenza en los

ocultos callejones a las puertas de un colegio, al acecho,

el temblor de mis manos surcado de venas malva recorre

su primorosa piel y mis dientecillos roídos mordisquean

voraces e insaciables la carne fresca, sonrosada y tierna.

Es como echar margarita a los cerdos… Nainonainoná…

Su pubis sabor a caramelo y mi agridulce badajo tendinoso

y pellejudo, flácido, candente, esmirriado. Se compenetran,

a lomos de mi bemeuve descapotable color gris turquesa

paseando a mi princesa por los escaparates de las mejores tiendas

engalanada con las más ricas y bellas preseas. ¡Poderoso cupido

Don Dinero! Ella me embadurna con sus dulces besos peladilla.

Y es como echar margarita a los cerdos… Nainonainoná….

¡Qué maravilla!

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