WIDOW

Widow es mi nueva mascota, un joven cuervo disecado con un serio problema patológico de identidad: cuando cae la noche se cree un aguerrido halcón.

Durante el día no hay problema, Widow permanece en su jaula de pie junto a la puerta de casa, impertérrito, exangüe (es obvio, su aspecto casi real no lo exime de su total inmovilidad). Pero cuando asoma el crepúsculo por el horizonte se transforma en un autentico depredador alado.

Me coloco mi viejo guante de cetrería; ya bien entrada la noche, a unos pasos de la jaula alzo mi brazo tras acometer un peculiar silbido. Widow despliega sus espeluznantes alas negras atravesando la cancela de la jaula, ahora abierta, volando raudo y fugaz posando sus garras en mi brazo enguantado con suma pericia y maestría. Le quito con cuidado la capucha, cuando lo hago, parece un inquieto luchador mexicano sediento de ira, los ojos colorados. Recompenso su primer movimiento con unos picotazos de carne cruda que devora con avidez sanguinolenta. El siguiente paso a modo de calentamiento, es la caza de murciélagos por los alrededores de las farolas invadidas de insectos, en un vuelo preciso y voraz, se lanza al cuello de los sorprendidos mamíferos voladores, que sin más, caen ingrávidos al suelo degollados y retorciendo sus alas, hasta que un incesante picoteo implacable y mortal acaba con los resuellos de sus víctimas.

Cuando ha acometido un par de presas o tres, pasamos al ejercicio estrella de la noche, su preferido. El movimiento de impulso de mi brazo es más fuerte, el plumífero lo reconoce y asciende más alto, volando en circulo. A esas horas apenas hay gente por las calles. Aun así, siempre queda alguien, cuando lo atisba desde las nubes, termina con su vuelo en circulo y encarando sus garras se lanza en picado, veloz y eficaz, contra los ojos de su presa, vaciando con su lancinante pico las cuencas donde se alojan. El dolor y el espanto se apodera de mis vecinos que despavoridos y la mayoría de ellos, de por vida encegados, cada vez menos salen de casa hasta bien entrada la mañana, para entonces, Widow, ya posa exánime y encapuchado dentro de su jaula en espera de una nueva resurrección noctámbula.