la luz, devorada por los sinuosos rasgos del miedo
busca a tientas en el abismo absurdo de una ausencia
todos sus contornos
y son la luminiscencia de un recuerdo
o el leve matiz de una fragancia rota
los que le devuelven el color
a ese mágico escenario en el que se representa
como un hermoso crepúsculo al atardecer
el bello espectáculo de tus ojos
bajo el decorado de unos inconmensurables párpados.
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