Esta noche he vivido en sueños como mis dedos liaban con calmosa minuciosidad un cigarrillo, echando la justa medida de hebras rubias sobre el papel de arroz combado, extendiendo las hebras por igual en los extremos y dejando una ligera depresión en el centro, haciendo que mis pulgares condujeran con movimientos rotatorios el filo interior del papel hacia arriba y luego lo pasaran por debajo del borde superior, en tanto que mis demás dedos ejercían una ligera presión para, luego, junto con mis pulgares, deslizar hasta las puntas el cilindro de papel y sujetarlo, mientras la lengua humedecía el borde, al tiempo que el índice y el pulgar de mi mano izquierda pellizcan el extremo a su cuidado y los dedos correspondientes a la mano derecha alisan la húmeda juntura, tras lo que el índice y el pulgar derecho retorciendo la punta y llevándolo a la comisura de los labios dan por finalizada su elaboración. Seguidamente, abro con pericia criminal la tapa de mi Zipo, inundo el ambiente a gas-oil a la vez que chasqueo con un golpe seco del pulgar la rueda que produce la combustión de una fatua llama, la acerco a un extremo del cigarrillo, prendo su extremo a la vez que aspiro con toda mis fuerzas hacia dentro el humo que inunda mis pulmones y cada uno de los rincones de todo mi cuerpo.
Las sábanas de mi cama han despertado humedecidas, no se si debido a mis babas o a una ligera micción.
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