Monday, April 11, 2011

SALIR DEL ARMARIO

Una sensación punzante que se manifiesta en forma de insistente picor en el cogote, un escalofrío recorriendo su rabadilla de norte a sur, un estremecedor presentimiento de que alguien le observa constantemente. Se levanta de la silla postrada frente al espejo y se introduce en el armario. El enorme botón de su viejo abrigo le roza uno de los párpados obligándole a cerrar los ojos. Con ellos cerrados dilata las aletas de sus nariz, inundándola del aspero aroma a alcanfor. Cierra la puerta por dentro, deja que sus pupilas se acostumbren a la penumbra del interior. La sensación de cobijo abriga su alma, le enternece el contacto de camisas, chaquetas, abrigos y bufandas... Y así empezó todo. Los niños, todas las tardes cuando salen del colegio, vienen a verle. Su mujer, enfadada por el uso que hace de sus vestidos de noche, apenas le habla. Los amigos dejaron de venir, siempre los recibía con maquillaje en la cara y zapatos de tacón. Así no se puede vivir. El Varón Rampante, aquel que vivía en los árboles, era un personaje de ficción. Tiene que salir del armario: está harto de ser una vulgar polilla. Uno de estos días desplegará sus coloreadas alas de mariposa herida volando en busca de un nuevo horizonte.

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