OJO POR OJO

Para los chorizos vulgares una bofetada con la mano abierta hasta reventar los tímpanos de sus oídos. En referencia a los conductores borrachos, atiborrarlos de alcohol con el fin de ahogarlos en sus propios vómitos. A las mujeres que matan a sus bebés en picadoras de carne, alimentar con sus genitales una jauría de fieros rotwaillers. En cuanto a los porreros, amordazar sus ojos con harapos impregnados en lejía. Para los secuestradores de niñas y maltratadores de esposas, arrancar dientes y uñas con tenazas oxidadas. Quebrar con ladrillos, uno a uno, todos los huesos de los okupas. Así mismo, a los maleantes, abatirlos a patadas. A los terroristas empalarlos vivos en cactus gigantes. Con unas tijeras de podar árboles, cortar una oreja a los vagabundos y mendicantes (quedan exentos los que tengan problemas con la vista). Para los cantantes de serenatas nocturnas extirpar sus amígdalas introduciendo por la boca una enorme mano. A los ladrones, demolerles el cráneo con una apisonadora. Sodomizar a las adulteras mediante bombonas de butano. Adobar con miel el cuerpo de los sin papeles y exponer el mismo junto a un hormiguero, dos días y seis horas. A los políticos corruptos hacerlos arder en hogueras. A los manifestantes, descargas eléctricas. En cuanto a los niños que hacen novillos una buena ración de collejas llevadas a cabo por el resto de la clase. Para los yonquis, inmersiones de agua hirviendo hasta el despelleje. Con sangrientos bocados en sus carnes, a los atracadores. Un tiro en la sien con munición explosiva a los asesinos. A los violadores de vírgenes machacar sus genitales con un martillo eléctrico de grandes dimensiones. En referencia a los suicidas, hacerles la vaca. Para los que no pagan las multas de tráfico, silla eléctrica. Una ducha de gas para los sindicalistas. En cuanto a los profesores pusilánimes, con un bate de béisbol romper tres costillas. A los esquizofrénicos que matan a golpes de silla a su madre o clavándoles un cuchillo en el esternón, un empujoncito al vacío desde un edificio de altura considerable. A las putas bielorrusas, rumanas y albanesas, sus proxenetas, los que las zurran, se las follan y se marchan sin pagar, deportados a Siberia. En cuanto a los negros de la manta una dosis de dulce veneno. Para los estafadores, devorar con láser sus entrañas. A los que fuman en los ascensores un escarnio de piedras en el foso de una cantera. A los jubilados que ligan en el baile con jóvenes panchitas, trepanar la próstata e inmolar con broca del quince la base del escroto. Para los chinos de la mafia un vaciado manual de la cuenca ocular. Lapidados en bloques de hielo, los pirómanos. A los travestis y mariconas hormonadas sumergirlos en sosa cáustica. Para el resto de los aquí no citados, que infringen la norma, delinquen, cometen actos incívicos, o simplemente, tocan las pelotas: Torturas al uso llevadas a cabo por la implacable mano que nunca perdona.