Maldita dependencia

He llegado a la terrible conclusión, después de un par de meses de una fijación obstinada, que en mi cuerpo y de manera totalmente fraudulenta, habita un ser, y digo ser por no saber aun como definirlo.

Empezó como una molesta sensación, como una diminuta sombra que se esconde de soslayo al reflejar mi rostro en un espejo, algo que he llegado incluso a confundir con un leve escalofrío sobre mi piel o el efímero contacto de las ligeras extremidades de un mosquito.

Pronto se convirtió en una obsesión, entrando y saliendo por los orificios de mi cuerpo como Pedro por su casa. Y lo que más rabia me da no es su presencia, como en un principio se pueda suponer, sino su total autonomía, su impertérrita indolencia.

Y está claro que no es un parásito, no se de qué se alimenta pero no es un vulgar chupa sangre, y eso me molesta, no tener el control absoluto de su persona. Cualquier día me abandona después de haberme usado a su antojo, tan fresco, y me deja con una mano detrás y otra delante. ¡Maldita dependencia!