Thursday, August 07, 2008

Tunguska: "Ciudad de Vacaciones"

Después de toda una Odisea, finalmente conseguí regresar de vacaciones. Este verano mi destino ha sido: Tunguska, un inmenso territorio de la Taiga siberiana en Rusia. Una fría cordillera ártica convertida en icono de los amantes del misterio. Allí he permanecido errabundo, veinte maravillosos días, el resto, ocho; los he pasado en el Aeropuerto del Prat (Barcelona). Por alguna razón, hasta el momento inexplicable, mi cuerpo desnudo hace sonar las alarmas de todos los detectores.
El 30 de junio de 1908, un enorme meteorito rocoso (del tamaño de un campo de fútbol) atraviesa el cielo siberiano y al entrar en contacto con la atmósfera, por causas desconocidas, a 8.000 metros de altura: Explota!!!
Esto genera una deflagración equivalente a una bomba de 12 megatones, una enorme bola de fuego que arrasó 2.400 km cuadrados de bosque.
Yo he estado allí, en mi tienda de campaña, y he podido disfrutar de la peculiar y enigmática compañía de una extraña fauna: Insectos que semejaban roedores; reptiles con pequeñas alas membranosas; salamandras que daban brincos como sapos; pequeñas aves alimentándose de carne; lobos mansos; mariposas salvajes... Hasta un día observé como un enorme oso corría despavorido delante de un mapache.
Dicen que desde el aire, el epicentro de la explosión forma una curiosa Cruz de Caravaca, que quedan zonas con radioactividad similar a la que provoca una bomba atómica. ¿Tecnología nuclear en 1.908? También se habla de un platillo volante accidentado, de un aparatoso desencuentro de antimateria (rollo Star Trek y la Entrerprise); minúsculos agujeros negros en colisión; la cola de un cometa. Algunos, los más osados, hablan de la explosión de un arma experimental diseñada por el legendario Nikola Tesla (un polémico inventor de finales del siglo XIX).
Lo curioso es que nadie resulto herido, y lo más sorprendente aun, es el recuerdo que he traído conmigo, lo tengo en el comedor de casa, y es una pasada: No cambia de color pero no deja de repetir palabras como una autentica cotorra. Lo tengo encerrado en una jaula, no vaya a ser que eche a volar. Se trata de un camaleón, lo encontré en un rama haciendo ruidos con la garganta. En medio de aquel frió. Su alimento preferido son las pipas tostadas (las tijuana). No para de charlar, los anuncios de la tele lo vuelven loco.

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