¡¡Tengo un serio dilema!!
Después de 35 años desempeñando onerosas funciones laborales; en un sólo mes he conseguido la jubilación anticipada, esto me ha supuesto un suculento dinerillo, y perder a mi mujer, lo que ha supuesto quedarme viudo, pobre Antonia.
Tras pasar por duros momentos, y auspiciado por los Servicios Sociales de mi excelentísimo Ayuntamiento, he decidido realizar este verano unas merecidas vacaciones, acudiendo a dos Agencias de Viaje especializadas para buscar su asesoramiento.
En la primera me ha atendido un tal Felipe Pollo, que por un pico y algo más, me ha propuesto una rejuvenecedora estancia en una preciosa isla tropical, donde me ha garantizado; con nombre y apellidos, la calurosa y tierna compañía de una jugosa y despampanante indígena caribeña que incluso puedo traerme del lugar (El pack incluye un generoso muestrario de pastillas azuladas).
En la segunda, una remilgada señorita de la cual no recuerdo su nombre, y que por mi decrépito y amarillento aspecto; seguramente y con acierto, ha llegado a la conclusión de que mi castigado hígado, víctima de una profunda cirrosis producida por el incalculable número de litros de alcohol que ha digerido en toda su vida, necesita un inminente cambio. Lo que por una cantidad similar a la anterior, me ha organizado un Tour por un país asiático que incluye el trasplante del órgano dañado por el de uno joven y en perfecto estado; hospitalización, traslado, etc...
La verdad, no sé qué hacer.
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