Mis palabras no se las lleva nadie
Ni tan siquiera el viento
Entre otras cosas
Por que pesan como camellos
Son como la música
Danzan con el ritmo imposible de los versos
Pero no hay quién las mueva
Y aunque vayan de boca en boca
Se aferran a los dientes y a la lengua
Como el mordisco salvaje de un depredador a su presa
Y si alguna se rebela,
No hay que olvidar
Que la mayoría son de esa naturaleza,
Subversiva, sediciosa e insurgente,
Se aferran al cerebro de sus víctimas
Y de allí no hay quién las mueva.
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