Monday, September 29, 2008

El profesor Adalberto Mocho


Mi nombre es Adalberto Mocho. Así, de buenas a primeras, entiendo que mi nombre no les diga nada, la fama sólo está al alcance de unos cuantos, y en mi profesión, el éxito muchas veces no viene acompañado de gloria y figura.
Yo soy inventor, como mi padre, se puede decir que por tradición, aunque pienso que es más por cabezonería que otra cosa. Él, a quien se le atribuye el descubrimiento de la fregona, el exprimidor de naranjas y la maquina saca puntas entre otros; nunca alcanzó el reconocimiento. Nadie le puso una triste calle con su nombre, ni tan siquiera un simple reseña bibliográfica.
Un servidor, que hasta ahora había seguido sus pasos, que ha adquirido cierta reputación en el Campo de la Ciencia gracias al descubrimiento del proceso químico conocido como el Etereotritus, por el cual se alcanza el hasta ahora desconocido Cuarto Estado de la Materia: El Etéreo (por donde vagan los sueños). Me niego rotundamente a seguir sus pasos.
Llevo semanas entera (meses), estrujándome el cerebro, dejándome los sesos en el escritorio del despacho de mi viejo laboratorio, día y noche, para nada. Me he bloqueado, no aguanto más, lo dejo. Esta tarde mismo escribo a las diferentes entidades bancarias que han solicitado mis servicios, la renuncia a su encargo: Un método eficaz para desalojar en horas nocturnas a Yonquis e indigentes del habitáculo-okupa-residencia del cajero automático (lo dejan todo hecho unos zorros).
He fracasado con hormigas salvajes, tarántulas, pequeñas descargas eléctricas a través de campos magnéticos adosados al suelo, sonidos enarmónicos disonantes que alteran el sueño de un rinoceronte por altavoces acoplados, de todo, sin éxito.
Es por eso que me voy a dedicar a la escritura, a la prosa científica, a la alquimia del verso como colaborador de éste Blog literario. Gracias, Alphonsus, por permitirme este gran privilegio.

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