Wednesday, August 11, 2010

UNA RATA DE CLOACA


La idea es cruzar, para bien o para mal; este es su objetivo. Llegar al otro lado es su decisión, atravesar la calzada con sus tres carriles, franquear la mediana; tarea harto complicada para una vulgar rata, otros tres carriles y, por fin el río. Si hay algo más estúpido que una vaca estúpida, eso es una rata. No se trata sólo de cruzar, hay que sortear el denso flujo de tráfico rodado a ambos sentidos de la marcha. Ella nunca ha sufrido el peso de una rueda reventando y esparciendo sus tripas por el duro cemento. Pero ella es de ideas fijas, no sabe bien qué, pero algo le dice que tiene que cruzar al otro lado, jugándose la vida. Y allí en el arcén hace sus raudas apariciones, husmeando indecisa, retrocediendo a un impulso que la obliga a cruzar. Vuelve de nuevo a aparecer en el asfalto orientando su hocico puntiagudo hacia el incierto destino, esta vez nada la detiene, consigue cruzar el primer carril, en el segundo, una furgoneta de grandes dimensiones le pasa por encima sin tocarla. El ruido la enloquece, el miedo le hace girar, retrocede sus pasos y al entrar en el primer carril, un coche seguido de una moto le hacen desistir. Media vuelta; pasa un camión, llega al tercer carril. Un pequeño muro de hormigón separa la otra calzada, sus bigotes topan con la mediana, a la izquierda, a la derecha, a sus espaldas un tráfago atronador de ruidos de vehiculos en marcha, un claxon. De un fuerte impulso controlando el equilibrio con su cola, consigue salvar la mediana, ya nada la detiene; el primer carril, el segundo; en el último, un autobús casi le alcanza. El otro arcén, unos arbustos, la maleza, la orilla del río. Antes de anochecer, sentirá el deseo de volver a su cloaca, con los suyos. Con un poco de suerte la devorará antes junto al río cualquier alimaña.

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